Los juegos son el divertimento de las personas que buscaban una expansión de su ánimo o un pensamiento agradable en su ocio. Sin embargo no siempre se podía disfrutar libremente de los juegos de azar. Durante todo el año, este tipo de entretenimiento, en el que tanto dinero se perdía, estaba prohibido. Solo durante la época de las Saturnales eran legales estos eventos.

Las Saturnales eran una importante festividad romana. Se celebraban del 17 al 23 de diciembre en honor a Saturno, dios de la agricultura, a la luz de velas y antorchas, se conmemoraba el fin del período más oscuro del año y el nacimiento del nuevo período de luz. Probablemente también fueran la fiesta de la finalización de los trabajos de siembra de invierno. Eran siete días de celebraciones bulliciosas, banquetes e intercambios de regalos. Todo comenzaba con un sacrificio en el templo de Saturno en el Foro romano, al pie de la colina del Capitolio. Tras esto había un banquete público (lectisternium) al que estaba invitado todo el mundo.

Durante estas fiestas los esclavos se sentían más liberados, recibían raciones extras y tiempo libre, por lo que a estos festejos se les llegó a denominar “fiesta de los esclavos”.

Los sitios habituales para jugar durante el período de las Saturnales eran las plazas, los pórticos, en las termas, en casas de personas adineradas, e incluso se podía ver a niños pequeños jugando a la pelota en el Foro.

Durante el resto del año, cuando todos los juegos de azar eran ilegales y estaba totalmente prohibido participar en ellos, se llevaban a cabo juegos clandestinos a espaldas del gobierno. Estas partidas secretas se jugaban en las trastiendas de las tabernas (popinae y thermopolia) y en las posadas (cauponae). Todo jugador era considerado poco más que un delincuente y se les juzgaba como tales. A los propietarios de estos locales, sin embargo, no se les castigaba por permitir este tipo de reuniones en sus bares, pero para garantizar su colaboración, el gobierno no les concedía ningún tipo de apoyo si alguno de los jugadores, ya ebrio y enfadado por perder una fortuna, le destrozaba su local. Así, se intentaba reducir el número de apuestas ilegales en Roma.

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