Como el propio Augusto, Claudio era un fanático de los dados, y jugaba aun cuando iba de viaje; para ello había adaptado un tablero fijo en el interior de su carro, y escribió un libro sobre los juegos de azar.

Era un gran aficionado al juego de los dados, arte sobre el que llegó a publicar un libro, y solía jugar incluso en sus desplazamientos, haciendo disponer su carruaje y su tablero de forma tal que no se le trastocaran las jugadas.

Aleam studiossime lusit, de cuius arte librum quoque emisit, solitus etiam in gestatione ludere, ita essedo alveoque adaptatis ne lupus confunderetur.
(Suetonio, Vida de los Césares, Claudio, XXXIII, Ed. J. C. Rolfe).

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